Antonia era un chica enamorada del amor, aunque muchas veces había sido lastimada, aun seguía creyendo que el amor verdadero llegaría a su vida. Y así paso por amoríos que nunca llegaron a nada, unos más fuertes que otros, de esos que no se olvidan dentro de seis años y aun no lo hace completamente; quien es digno de no recibir su amor si ella esta dispuesta a todo, a arrancar dentro de la madrugada con unos cuantos billetes y una caja llena de esperanza.
Un día se sintió vacía, su corazón fue invadido por una inmensa soledad de los "por que's", si ella no era una mala chica, siempre intento de no herir a nadie, nunca jugo con los sentimientos de las personas y creía que lo mejor que podía hacer por otros era callar. Sin embargo los poderes del cielo la hicieron comprender que ella era especial, porque no podía guardar rencor en su corazón; su corazón era puro, limpio como el agua que sale de las vertientes, como las nubes blancas después de un día de lluvia, como el corazón de una niña. Así que cuando nuevamente abrió sus ojos no fue producto de un renacer, porque Antonia tenia la edad suficiente para aun recordar los malos momentos y las penas que aparecían junto con la Luna, más la chica aun creía en el Amor, ese Amor que todo lo puede, todo lo busca, todo lo sueña, todo lo llena, todo lo cumple, todo lo cuida, todo lo protege; ese Amor inmensurable que aun no llegaba a su vida - pero que un día lo haría - ese Amor del bueno, del para siempre.
Ahora Antonia esta tranquila, con caídas de nombres, fechas y lugares especiales, ¿ O a caso se olvidaron que ella entregaba todo de si? Por este motivo es que volvía con los Caballeros vestidos de Príncipe Azul, porque aun creía. Aun así, ella escribe esta historia para recordar todo lo redactado, porque aunque su corazón fuera limpio, su mente desconfía de su corazón.
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Pedacitos de corazón